El arte mueble abarca
una extensa variedad de formas y materiales. La más simple fue la
manipulación de objetos naturales como colmillos, conchas o huesos
tallados o perforados para fabricar collares y pendientes. En algunos
yacimientos han aparecido cientos de plaquetas (piedras con dibujos
grabados). También aparecen grabados en los diferentes objetos de
hueso tallado, como arpones, anzuelos, cuchillos, punzones y bastones
de mando. En diversas zonas, sobre todo en Moravia, se han encontrado
pequeñas esculturas de terracota con figuras humanas y animales,
pero la mayoría de las estatuillas paleolíticas estaban hechas de
marfil o piedra blanda. El marfil también se usó para componer collares,
pulseras y brazaletes.
El arte rupestre
comprende una asombrosa variedad de técnicas. Un recurso llamativo
fue la utilización de las protuberancias naturales de la roca y
las estalactitas para acentuar o representar determinadas figuras.
La manera más simple de transformar las paredes de la cueva fue
imprimir la huella de los dedos sobre la capa de barro que recubre
la roca. En algunas cuevas, estas marcas también representan figuras
reconocibles. Las figuras de barro
sólo se han encontrado en las zonas más profundas y oscuras de las
cuevas, mientras que las esculturas en piedra han aparecido siempre
en los abrigos rocosos o en las partes iluminadas de las cuevas,
es decir, en el tramo más próximo a la entrada. La escultura rupestre,
tanto en alto como en bajorrelieve, se limita a la región central
de Francia, zona con abundancia de piedra caliza. Casi todas estas
esculturas tienen restos de pigmento rojo, lo que demuestra que
en su momento estuvieron pintadas, como la mayoría del arte mueble.
|
|||||||||||||||||
El pigmento rojo
usado en las paredes de las cuevas estaba compuesto por óxido de hierro
(hematites u ocre) mientras que el pigmento negro suele ser manganeso
o carbón vegetal. El análisis de los pigmentos, particularmente en
la cueva de Niaux, en los Pirineos, ha puesto de relieve el uso de
recetas o trucos pictóricos basados en la combinación del pigmento
con talco o feldespato (para dar más cuerpo a la pintura), y con aceites
vegetales o animales como aglutinantes. La manera más rudimentaria
de aplicar la pintura en los muros de las cuevas fue con los dedos,
aunque por regla general se utilizaron diversos tipos de útiles que
no se han conservado hasta nuestros días. Las investigaciones apuntan
hacia pinceles hechos con cerdas de animales o pequeñas ramas. Los
trozos de pigmento encontrados en el suelo pudieron haber formado
parte de lápices o tizas. Para esbozar el contorno de las manos (posándolas
sobre la pared de la cueva) y algunos puntos y figuras, la pintura
fue, sin duda, rociada directamente con la boca o por medio de un
canutillo provisto de pintura. También se pintaron figuras en los
techos de las cuevas. Algunos, como los de Altamira (España), podían
alcanzarse sin dificultad, pero en otros lugares era necesario utilizar
una escalera de mano o algún tipo de andamiaje. En Lascaux, los huecos
de una de las paredes de la galería sugieren cómo se construyó el
andamiaje. La luz provenía
de las hogueras, pero para las zonas más interiores y profundas de
las cuevas fue necesario algún tipo de iluminación portátil, como
por ejemplo los candiles de piedra, de los que apenas se conservan
unas cuantas muestras, en cuyo seno ardían distintas grasas animales.
A diferencia de
las piezas portátiles del arte mueble, limitado a pequeños objetos,
el arte rupestre no restringió su tamaño, con lo que las figuras representadas
en las cuevas oscilan entre las formas más diminutas y las más desmesuradas.
Las figuras, ya sean humanas o animales, se representaban aisladas
o formando conjuntos, y aunque en muchas ocasiones captan el movimiento
y el volumen, en ningún caso aparece el suelo o el paisaje de fondo.
Casi todos los animales
aparecen representados de perfil, la mayoría de ellos en estado adulto
y fácilmente reconocible; muchos otros, sin embargo, aparecen incompletos
o se identifican difícilmente, y unos pocos, por último, son seres
imaginarios, como el unicornio de Lascaux. El aspecto más llamativo
de Lascaux es que la cueva está decorada de forma unitaria. En la
mayoría de las cuevas las pinturas no están dispuestas de ese modo,
sino que se superponen de modo casual, dificultando su identificación
e impidiendo afirmar, en consecuencia, si se trata de asociaciones
deliberadas, o de yuxtaposiciones carentes de relación entre sí. |
|||||||||||||||||